Día 9

Dormí muy bien esta noche. Supongo que el placer de saber que esa maldita zorra no volverá a molestarme con sus llamadas ha sido suficiente somnífero. Esta mañana al despertar me sentía bien, muy bien. Creo que la humanidad vuelve a estar en deuda conmigo. He librado al mundo de otro ser humano inútil.

Camino del trabajo pasé por delante del quiosco del maldito viejo. Allí estaba él, esperando a la muerte. Veo en sus ojos ganas de acabar. Yo le haría un favor si lo matara en ese momento. Compro un periódico. No veo ninguna noticia acerca de la muerte de Lorena. Normal, ya era tarde. Continúo mi camino. Entro en el metro. Esta es la peor parte del día. Tengo que rozarme con basura asquerosa. Carne humana apestosa, maloliente, sudorosa. Espero en el andén. Mientras espero voy mirando a derecha e izquierda. Observo. Veo sus caras. Hay dos extranjeros, sudamericanos, con mochilas. Hablan amistosamente. Cerca veo a un gordo asqueroso con la camisa sudada. Hay mucha más gente, pero ese maldito gordo me llama la atención. Seguro que se pone a mi lado.

No dejo de observarle. Es un cerdo asqueroso. Está mirando a una chica joven que también espera en el andén. La está mirando como un puto salido. Le mira el culo y las tetas. Avanza un paso y puedo ver sus ojos mirando el coño de la chica. No es que ella merezca vivir, es una puta asquerosa, pero me da asco ese tipo de comportamiento. Miro al resto de hombres del andén. Muchos de ellos miran obsesivamente el culo de la joven. Joder, dan asco. Sois todos puta basura inmunda. Por eso os odio. Porque sois como los monos. Deberíais estar metidos en una puta jaula en el zoo. Escoria.

La mayoría de la gente que está allí esperando tiene defectos. No, la mayoría no, todos. Son intentos fallidos de humanos, hombres y mujeres. Imagino cómo debe ser un hombre y les miro a ellos. Dios, me dan asco. No son como deberían ser. Unos son gordos. Otros son demasiado altos. Otros están muy delgados. Mierda me estoy volviendo loco. Quiero matarlos a todos. Y ese olor, ese puto olor. Ese maldito hedor penetra en mis fosas nasales. Están contaminando mis pulmones perfectos. Tengo que salir de allí antes de morir infectado por tanta imperfección. Me giro. Ando hacia la salida. El metro está entrando en la estación, pero a mi no me importa. Salgo a la calle y camino.

Fuera hay mucha gente. Es también asqueroso, pero por lo menos puedo evitar rozarme con ellos. Decido caminar hasta el trabajo. Sólo será una hora caminando. Es mejor eso que morir ahí abajo, con esa puta gente. Sonrío. Soy perfecto. Yo salvaré la raza humana.