«Se desconocen las causas del asesinato de la joven Lorena, hace dos noches. Es el segundo asesinato en menos de una semana, posiblemente a manos del mismo loco». Así es como uno de los periódicos más importantes del país titula el hecho. Malditos. Les ayudo, les libro de las peores basuras de esta ciudad, limpio de estiércol sus tristes vidas y me llaman loco. No tienen ni idea. Yo no estoy loco. Ellos estaban locos. Ahora están muertos.
Leer esas líneas me hace comprender que la gente no está aún preparada para entenderlo. Imagino al redactor de la noticia, un capullo lerdo que no ha entendido nada, escribiendo mientras bebe un café en su mesa y comenta el partido de fútbol del día anterior. Es patético. Lo escriben sin pensar. Dan asco. Manejan la información, la controlan, la modifican. La gente los cree sólo porque escriben en un periódico. Compra esos panfletos, los leen y se lo creen todo. ¿Cómo pueden ser todos tan inútiles?
Recibo varias llamadas de amigos. Todos me preguntan sobre la chica. Saben que quedábamos de vez en cuando. Yo aparento estar afligido. El dolor es insoportable. Ella me gustaba de verdad. Eso les hago pensar. Capullos. Ella está mejor ahora. Todos están mejor ahora que ella no está. Ellos no se dan cuenta. Hoy tendré que disimular mucho.
A media tarde una llamada me ha preocupado de verdad. Alguien, identificándose como policía, me comenta que tengo que ir a comisaría. Por lo de Lorena. Saben que yo mantenía una relación con ella. Es mentira. Sólo quedábamos de vez en cuando y follábamos. Ella follaba casi con cualquiera, joder. No me pongo nervioso. No tengo nada que ocultar. Ella está muerta y yo lo lamento mucho. Estoy triste. Si pudiera atrapar al asesino despiadado que ha hecho esto… Mañana he quedado con el inspector. Sonrío. No tengo miedo de nada. Mañana iré a la comisaría y haré una gran representación. Idiotas.